I- NOCHE Y DÍA


I

 NOCHE Y DÍA

Cuando se marcha el día de oro,
cuando se esconde tras el portón,
jardín y niños, flores y sol,
todo se borra, se esfuma todo.

Cuando las sombras son alargadas,
cuando los rayos de luz decrecen,
todo se esfuma y desaparece
bajo la tarde y su parda capa.

Jardín oscuro, flores cerradas,
niños durmiendo como lirones,
entre los troncos andan ratones,
por el camino brillan luciérnagas.

Brillan las casas entre lo lóbrego,
se mueven luces por las tinieblas,
pero la noche sopla las velas
y van apagando los dormitorios.

Hasta que al fin empieza el día
por el oriente, entreluciendo,
y en matorrales, tojos y setos
los pajarillos cantan y pían.

Entre lo oscuro ya se destacan
sombras de casas, setos y árboles;
y con sus alas dan los gorriones
en el alféizar de la ventana.

Y así despiertan a la criada,
que baja un piso, abre la puerta
y ve escarchados jardín y huerta
iluminados por la alborada.

Este jardín es parecido,
así teñido de verde y plata,
al de ayer tarde tras la ventana,
ante mis ojos desvanecido.

Igual que ayer se iba apagando
como un juguete, de atardecida,
lo veo ahora brillar de día
conforme el cielo va relumbrando.

Cada camino, cada macizo,
y cada rosa, los alhelíes,
requeteazules las nomeolvides,
todos cubiertos por el rodío,

"¡Arriba! gritan, "que ya es de días
en estos valles tan sonrientes;
se oyen redobles de amaneceres:
¡jugad amigos, jugad amigas!"