XVI
EL PAÍS DE LA COLCHA
Cuando estaba enfermo y guardaba cama,
en dos almohadones grandes me apoyaba
y tenía a mano todos mis juguetes
para que estuviese contento y alegre.
Y pasaba a veces horas contemplando
a mis soldaditos de plomo marchando,
con sus uniformes de bellos colores,
por sábanas llenas de campos y montes;
y a veces echaba a la mar mis barcos,
por entre las mantas subiendo y bajando;
o si no, sacaba mis casas y árboles
y por todas partes montaba ciudades.
Yo era aquel gigante enrome que estaba
sentado sobre una montaña de almohadas,
y que contemplaba desde el rompeolas
el apasionante mundo de la colcha.