VIII
EJÉRCITOS EN EL FUEGO
Se encienden en la calle las farolas,
las pisadas resuenan misteriosas,
y es tristón el crepúsculo sin fin
sobre árboles y tapias del jardín.
Al quedarse sin luz, de anochecida,
pinta el fuego la habitación vacía
y en el techo son cálidos sus signos,
y se agita en los lomos de los libros.
Hay murallas y torres con ejércitos
en ciudades ardiendo en ese fuego,
y mientras lo estoy viendo alucinado
se esfuman la ciudad y los solados.
Pero se avivan otra vez las llamas:
vuelve a incendiarse la ciudad fantasma;
rumbo a aquel valle rojo, en la distancia,
el fantasmal ejército se lanza.
No me mintáis, oh brasas mentirosas,
¿a dónde se dirigen esas tropas?
¿y cuál es la ciudad así incendiada?
y entre vuestras cenizas desplomada?